Tarde o temprano, alguien, con más o menos buena intención o quizá de una forma totalmente capciosa, acaba preguntándoselo al peque de la casa: ¿a quién quieres más, a papá o a mamá? La cuestión no parece tener mucho sentido, entre otras cosas porque la mayoría de los niños suelen decir que quieren a ambos por igual, pero un equipo de investigadores de distintas instituciones estadounidenses asegura en un nuevo estudio que, en realidad, muchas veces nuestras neuronas toman la decisión por nosotros y optan por los genes de uno de los progenitores.
Según explican estos expertos en la revista Neuron, aunque todos heredamos dos copias de cada uno de los genes –una proviene de la madre y otra del padre–, las células cerebrales tienden a activar una en vez de la otra. Este planteamiento choca con una de las hipótesis más aceptadas hasta ahora, que da por sentado que ambas son tratadas por igual. Por el contrario, estos neurocientíficos, coordinados por Christopher Gregg, profesor de Neurobiología y Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Utah, destacan que la desigualdad es lo habitual en ciertas áreas cerebrales. Eso es al menos lo que sugieren sus ensayos con ratones.
Por ejemplo, en los roedores recién nacidos esta diferenciación se da en casi el 85% de los genes del núcleo dorsal del rafe, una región implicada en la liberación de serotonina –un neurotransmisor que interviene en la regulación de los estados de ánimo–. Sin embargo, apenas diez días después, este escenario cambia por completo, y en el 90% de los genes se activan indistintamente las citadas copias, la materna y la paterna.
Gregg y sus colaboradores señalan que esta disparidad no es una rareza del cerebro, sino que ocurre en otras partes del organismo, como los músculos y el hígado. Además, también se da en humanos. “Cuando pensamos en los rasgos de una persona, tendemos a imaginarla como un todo, pero a escala celular, la genética es más compleja de lo que creemos”, indica Gregg.
Este neurocientífico espera que su trabajo arroje algo de luz sobre el origen de distintas dolencias mentales. Así, aunque aún está por determinar cuál el papel que juega en su aparición el desequilibrio genético que han detectado, entre los genes que presentan este, por así decirlo, poco ortodoxo comportamiento se encuentran algunos relacionados con el autismo, la esquizofrenia y el trastorno bipolar, entre otras afecciones.
“Normalmente, el hecho de tener dos copias de un gen funciona como una especie de sistema de seguridad, por si una es defectuosa. Pero si se activa la que ha mutado y se silencia la sana, aunque sea de forma temporal, pueden darse problemas en determinadas células”, explica la Universidad de Utah en un comunicado. De hecho, el grupo de Gregg ha observado que en las neuronas de unos ratones transgénicos solían activarse más las mutadas que las sanas.
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